ECOS LEVES (en una tarde melancólica)
Ecos leves de una luz perdida,
ya impalpable haz, en la grácil sombra;
una lejana voz que me nombra
y acaso mora en mí, escondida...
Rumor tenue de la hora atardecida,
el pasto mi cuerpo alfombra;
todo lleva allí, un acento que asombra;
todo tiene quizás, el perfil de mi herida...
Silencio primordial. El perfume de una oración
ascendiendo va, desde el trémulo corazón
en pos de altas regiones, de Amor y de Idea;
y allí, - oh, gracia de Dios- todo es presentido;
¡fugaz visión al espíritu, el perfume así convertido
en voz, en eco, en música, y luminosa tea!
Alberto Di Francisco
Atardecer en La Pampa (Argentina) - Foto: Pablo Álvarez |
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