LA FLOR DE CADA INSTANTE
Ya inicia el mes de Diciembre... Increíblemente llegamos casi ya a fin de año, y empieza uno a hacer sus balances internos, a rememorar los hechos transcurridos durante el año, los aciertos, los errores, las expericencias, los sueños, los objetivos; se renueva la mirada entonces sobre lindas cosas vividas, así como sobre los obstáculos que ha presentado el camino. Y eso está bien, es parte casi "ritual" de nuestras vidas, y de nuesta psicología. Pero también hagámonos saber que faltan aún 30 días más... que faltan las tantas horas que los componen, los tantos minutos de cada una de esas horas... ¡aún los 60 segundos del próximo minuto!
Saber que en todo momento palpita la vida, y en ella la semilla de todas las posibilidades, y la plenitud toda. Cada instante es portador de un futuro paraíso. Todo un mundo a veces nos sorprende en algo que dura menos que un suspiro; una caricia fugaz quizás nos despabila los ojos y nos ofrece una mirada nueva del camino y de la vida.
En ese horizonte inmediato estamos nosotros esperándonos, en planos más altos de la existencia. Todos nos espera en el segundo por venir. Escribo esto a las 13.17 del 01/12/2014.
Alberto Di Francisco
Ya inicia el mes de Diciembre... Increíblemente llegamos casi ya a fin de año, y empieza uno a hacer sus balances internos, a rememorar los hechos transcurridos durante el año, los aciertos, los errores, las expericencias, los sueños, los objetivos; se renueva la mirada entonces sobre lindas cosas vividas, así como sobre los obstáculos que ha presentado el camino. Y eso está bien, es parte casi "ritual" de nuestras vidas, y de nuesta psicología. Pero también hagámonos saber que faltan aún 30 días más... que faltan las tantas horas que los componen, los tantos minutos de cada una de esas horas... ¡aún los 60 segundos del próximo minuto!
Saber que en todo momento palpita la vida, y en ella la semilla de todas las posibilidades, y la plenitud toda. Cada instante es portador de un futuro paraíso. Todo un mundo a veces nos sorprende en algo que dura menos que un suspiro; una caricia fugaz quizás nos despabila los ojos y nos ofrece una mirada nueva del camino y de la vida.
En ese horizonte inmediato estamos nosotros esperándonos, en planos más altos de la existencia. Todos nos espera en el segundo por venir. Escribo esto a las 13.17 del 01/12/2014.
Alberto Di Francisco
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