miércoles, 21 de octubre de 2020

Anastomos, por Rodolfo Wilcock

 ¡Hola Lector! Nos reencontramos tras algún tiempo de ausencia por estos lados, pero, como en cada regreso, está la felicidad y la expectativa. En este caso, ambas premisas vienen de la mano de un autor que sinceramente no conocía mucho más que su nombre, pero que la lectura de algunas de sus obras (El Caos, El libro de los monstruos) me ha sorprendido enorme y positivamente: Rodolfo Wilcock. Cautiva de entrada la obra de este argentino nacionalizado italiano, por la originalidad de sus ficciones; nos hace entrar de lleno en un mundo fantástico, y absurdo en muchas ocasiones, con una naturalidad propia de los grandes, y sin detenerse a dar muchas explicaciones sobre el panorama extraordinario que nos presenta en sus relatos, como si la magia viviera en los intersticios de la vida.

Contemporáneo (y amigo, luego) de Borges y de Bioy Casares, con quienes sin dudas compartiría el sabor y el amor por lo fantástico, este poeta destacó en la crítica literaria, actividad a la cual acompañó con el de la traducción. En 1957 se muda a Italia, donde permanece hasta su muerte.

Les dejo aquí una buena y hermosa prueba de lo mencionado, con "Anastomos", obra inicial en "El libro de los Monstruos", donde en el repaso de los diversos personajes, la mención es una descricpción que se vuelca hacia el mini relato. Que lo disfruten! 

ANASTOMOS

"Es muy raro, por no decir imposible, que los hombres se pongan de acuerdo en cuestiones de belleza, y sin embargo todos están de acuerdo en reconocer que Anastomos es bellísimo. Está todo hecho de espejos o, para ser precisos, todo recubierto de espejitos, más pequeños en el rostro, más anchos en la espalda y en el pecho. También los ojos son espejos, gruesos espejitos móviles y azules en los cuales nos vemos reflejados sobre un fondo turquesa como en un cielo feliz, como en aguas irresistibles. A la luz del sol, en la playa, es una aparición tan deslubrante que la gente se queda con la boca abierta y no se atreve a acercarse, dominada por una mezcla de terror y fascinación como frente a algo sagrado e intocable; solo los niños corren tras él. Cuando después entra en el mar, en medio de las olas espumosas, es tal el reverbero recíproco de destellos irisados de los espejos a las gotas y de las gotas a los espejos que es como ver a una divinidad primordial de forma humana surgir del agua y del fuego al mismo tiempo. Y quizá sea una divinidad, porque no está concedido a los hombres ser tan bellos. En sus espejos vemos reflejadas aquellas cosas que verdaderamente, sin hipocresía, amamos; no las cosas humanas, tan abrumadas por la caducidad y por el cambio, sino los árboles y las nubes, los pájaros y las flores, las cascadas y las islas, los astros y las llamas, todo lo que en nuestra mortalidad sentimos como eterno, y que no amaríamos si no lo sintiésemos, oscuramente, intocable. También Anastomos, si es por eso, es intocable; nadie osaría poner los dedos en sus espejos, estos dedos que aún cuando están más limpios siguen estando sucios. Con su piel de espejos, Anastomos es para nosotros la geometría, y por ende la música."



Saludos!

A..D.

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